Castillo-palacio de Cetina
La villa fue conquistada por
el Cid en 1071, "entre Fariza e Cetina, Mio Cid iva albergar". En
1182 ya era definitivamente cristiana y Ramón Berenguer IV le concedió
fuero, cuya dominicatura disfrutaría el Hospital. En 1186, los hospitalarios
abandonaron la propiedad por permuta con Alfonso II. El constructor del
castillo fue Aarón Abinofea en el siglo XIII, reinando Pedro III,
según F. Tafalla. En tiempos de Jaime II y Alfonso IV tuvo como
alcaide a Gonzalo Ibáñez de Moros, con la obligación
de habitarlo y mantenerlo en activo. Enrique de Trastámara, lo guarneció
con jinetes en 1357, pero sucumbió ante la ofensiva de 1362. En
1372 se incorporó a la Corona y en 1395 Juan I lo vendió
a Juan
Fernández de Heredia, aunque poco después volvió
al rey. Perteneció a los
Liñán desde 1410 por cesión de Martín I
y en 1429 la villa fue saqueada por don Álvaro de Luna, aunque no
tomó la fortaleza. En 1634 se celebró aquí la boda
entre Francisco de Quevedo y Esperanza López de Mendoza, viuda de
Juan Fernández de Heredia y Liñán, matrimonio que
no tuvo descendencia.
Su planta actual es rectangular,
muy alargada, de unos sesenta metros de eje máximo y una anchura
que ronda los veinte. El edificio principal, macizo y cerrado, está
flanqueado por torres rectangulares en sus extremos; una, llamada del Volantín,
es más fuerte y toda de ladrillo, dando la impresión de reforzar
la pared contigua; fue construida en el siglo XV. La oriental, muy esbelta
y probablemente de época anterior, está unida al edificio
por dos cortos lienzos que dan forma a una pequeña terraza. Su antiguo
remate almenado se modificó con una solana.
El exterior está muy
alterado por diversas intervenciones realizadas a lo largo de su historia;
las fachadas sur y este presentan unos curiosos contrafuertes de sección
redondeada. Entre dos de ellos, por el lado sur, se abren dos puertas en
arco de medio punto.
Protegiendo la entrada queda
parte de una robusta barrera exterior que antiguamente lo rodearía.
Está reforzada por tres cubos rectangulares y hoy sólo conserva
parte de sus lados sur y este. Se mantiene la capilla con puerta de arco
apuntado; sobre él campea el escudo de los
Liñán.
En la sacristía se
pueden contemplar pinturas al fresco y parte del antiguo artesonado mudéjar.
(Aurelio Cabañas Boyano)
|