Datos arqueológicos
Los celtíberos se
caracterizan por su concentración en ciudades o aldeas. Sus núcleos
de población se sitúan en cabezos redondos de mediana altura
rodeados de murallas. La ordenación de sus casas sigue el trazado
de las calles, sin plazas ni lugares abiertos. El tamaño de los
hábitats oscila entre las 22 hectáreas de Numancia y las
2 o 3 hectáreas de las aldeas. Existe, además, una especie
de castillos, con una finalidad militar, que se hallan en lugares estratégicos.
Su arte principal es el cerámico,
alcanzando la misma perfección técnica que los iberos. Emplean
el torno y fabrican tres tipos de vasos: lisos y de pasta carbonosa; grises,
de arcilla lavada y con círculos concéntricos estampados
a punzón, y rojos pulimentados (cocidos a fuego oxidante). Sus perfiles
son angulosos, delimitando zonas fáciles a la pintura. Los motivos
decorativos siguen un proceso de estilización, diferenciándose
tres estilos: 1) figuras de silueta negra con relleno rojo amarillento
y detalles en blanco; dibujo naturalista y torpe donde rige la ley de la
frontalidad y falta la perspectiva; 2) figuras policromas sobre barro rojo,
con motivos barrocos y aparición de monstruos; 3) figuras en negro
estilizadas, ocupando toda la superficie decorable. En conjunto puede decirse
de la cerámica celtibérica que el gusto decorativo es céltico,
pero la técnica ornamental es ibérica.
Otros elementos de cultura
material los constituyen los collares y brazaletes de bronce (de origen
galo), las fíbulas de bronce y hierro, que siguen los prototipos
del Hallstatt final y época de La Tène (con apéndice
lateral en botón, zoomorfas, anulares, etcétera). Estas fíbulas
acompañan una indumentaria masculina a base de calzón, sandalias,
grebas de pelo y sagum o sayo, que se hace doble entre los lusones. Las
mujeres vestían túnicas o mantos de colores claros y se adornaban
con altos peinados, ajorcas de bronce, pendientes en creciente lunar y
collares rígidos. Éstos desaparecen en los siglos II y I,
sustituidos por los de pasta vítrea (que proceden del comercio oriental)
y por los de hilos de bronce trenzados y rematados en cabezas de serpiente.
(María Pilar Utrilla)
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