El convento de San Alberto permanece cerrado,desde que, a finales de 1999, fuera abandonado por las carmelitas (Foto: A.
Utrera) |
Martín Miravete Blancas,
fiscal de la Real Audiencia de Zaragoza, y su esposa Leonor
Giménez de Aragüés acordaron ingresar en religión
el 11 de mayo de 1603, legando ella sus bienes para la fundación
de un convento de Carmelitas Descalzas en Calatayud.
El obispo de Tarazona, Dr.
Yepes, autorizó a fray Francisco de la Madre de Dios, General de
los Carmelitas Descalzos, para que llevase a cabo la fundación.
La nueva
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comunidad llegó a Calatayud pero no se trasladó
al convento hasta 1608, y fue su primera priora María Isabel de
la Madre de Dios. Este primitivo convento, situado frente a la puerta de
Alcántara, desapareció en 1840, pasando la comunidad al convento
de Capuchinas que las acogió bajo su techo durante diez años.
El 27 de junio de 1850 el obispo Vicente Ortiz les bendice la nueva capilla
que habían improvisado en una casa particular, que habían
adquirido como sede de la comunidad. Finalmente, hacia 1880, se trasladaron
al actual convento -el de San Alberto-, que había pertenecido a
los Padres Carmelitas Descalzos desde el año 1600 en que se terminaron
las obras hasta el año 1835, en que se desamortizó. (Gonzalo
M. Borrás Gualis / Germán
López Sampedro)
A finales del año
1999, debido a las pocas religiosas que quedaban en el convento, tan sólo
cuatro, y a la avanzada edad de éstas, tres de ellas tenían
más de ochenta años, el convento fue abandonado y, desde
entonces, permanece cerrado.
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