Plano de Calatayud en el siglo XIV
(Dibujo: A. Sanmiguel) |
Historia
Al ser esta zona un estratégico
cruce de caminos naturales, no es sorprendente que se encuentren asentamientos
desde época muy temprana. Pero son los celtíberos, establecidos
a partir del siglo IV a. C. los primeros en construir aquí una ciudad:
Bílbilis.
Según recientes interpretaciones, la Bílbilis celtibérica,
que acuñó moneda, estaba a 3 km. al SO de Calatayud, en el
término de Valdeherrera,
un extenso yacimiento por ahora sin estudiar. Tras la colonización
romana comenzó en el siglo I a. C. la construcción de otra
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ciudad, con teatro, foro y termas, como muestra de la grandeza del Imperio.
Se situó a 5 km. al NE de Calatayud, sobre el cerro de Bámbola,
y también se llamó Bílbilis,
añadiéndole el apelativo de Augusta. Aquí nació,
en el siglo I d. C., el poeta de Roma, Marco
Valerio Marcial.
Con la decadencia y caída
del Imperio Romano, Bílbilis
Augusta decae y se abandona, desapareciendo así la vida urbana
en la comarca. Hay que esperar varios siglos para que con la llegada del
Islam surja una nueva ciudad, la que hoy sigue viva y en desarrollo: Calatayud.
El nombre, Qal'at Ayyub, no ofrece lugar a dudas: "Qal'a" significa ciudad
fortificada o ciudadela, y "Ayyub" es un nombre árabe relativamente
frecuente y que equivale al bíblico Job. Se ha sostenido que el
fundador pudo ser Ayyub ibn Habib al Lajmí, emir de Al-Andalus en
el año 716. Pero la primera cita histórica de Calatayud la
proporciona Al-Udri, quien dice que en el año 862 el emir Muhammad
I encomienda su reconstrucción a la familia yemení de
los Tuyibíes.
Fiel apoyo del emirato frente a los rebeldes Banu-Casi de Zaragoza, rebelde
después en el califato, casi siempre dependiendo de Zaragoza, tanto
cuando fue capital de la Marca
Superior como cuando lo fue del Reino de su nombre, la historia del
Calatayud árabe, que tal vez fue durante un corto periodo taifa
independiente, se conoce aún de forma fragmentaria. En todo caso,
fue una etapa floreciente en la que se creó la infraestructura de
riegos de la riquísima huerta que hoy existe, se desarrollaron industrias
de larga tradición como las del cáñamo y la cerámica,
y en la que la ciudad dio al Islam científicos, juristas, poetas
e historiadores como Muhammad
ibn Suleyman al-Kalbi.
En el año 1120, tras
haber conquistado Zaragoza, el rey de Aragón, Alfonso
I, puso sitio a Calatayud, que resistió esperando la ayuda almorávide
que venía de Valencia. Al ser derrotado el ejército almorávide
en Cutanda, a 40 kilómetros al SE, la ciudad se rindió el
24 de junio. Buena parte de la población, seguramente las clases
dominantes, prefirió emigrar a Valencia, Granada o el norte de Africa.
Pero muchos agricultores, albañiles, carpinteros, alfareros, etcétera,
se quedaron continuando con sus oficios, lo que fue la base del desarrollo
en los siglos posteriores del insólito fenómeno artístico
conocido como arte
mudéjar. Para los recién llegados aragoneses era evidente
la necesidad de incrementar la presencia cristiana, por lo que el rey concedió
a la ciudad unos Fueros, conjunto de privilegios y normas jurídicas
locales que favorecieron la afluencia de gentes del Norte. Así como
en época islámica Calatayud era capital de un distrito, también
en la nueva situación siguió manteniendo su hegemonía
al constituirse la Comunidad de Calatayud que, con diversas vicisitudes,
persistió hasta el siglo XIX. Durante la Baja Edad Media, Calatayud
es la segunda ciudad de Aragón, celebrándose en ella Cortes
de vez en cuando, si bien el protagonismo activo en los asunto del Reino
es escaso. El ser plaza fronteriza con el Reino de Castilla impulsó
un importante desarrollo comercial, pero también supuso el grave
desastre motivado por la "Guerra de los Pedros" (I de Castilla y IV de
Aragón) siendo la ciudad sitiada por los castellanos y conquistada
con grandes destrozos en 1362.
En esta época la arquitectura
está en manos de los musulmanes ("moros" para los cristianos). Pero
a partir del siglo XVI se produce un drástico giro: a la conquista
del Reino nazarí de Granada y la unificación religiosa mediante
conversión obligatoria de los musulmanes al cristianismo, se une
la entrada de las corrientes renacentistas de origen italiano. En lo artístico
esto tiene su repercusión en el declive de las formas mudéjares
que van siendo sustituidas or las de inspiración clásica.
En este ambiente, el poeta local Antonio
Serón, que escribe en latín, propone el término
bilbilitanos para designar a los habitantes de Calatayud, antes llamados
calatayucenses o calatayubíes. A principios del siglo XVII son expulsados
los moriscos, "cristianos nuevos" descendientes de los musulmanes, aunque
es posible que quedasen algunas familias. En este siglo y en el siguiente,
los jesuitas, establecidos algo antes en Calatayud, promueven un importante
desarrollo cultural con la creación de centros de enseñanza
(Colegio y Seminario de Nobles), pero serán expulsados en el reinado
de Carlos III. Jesuita nacido en el cercano pueblo de Belmonte fue el universal
Baltasar Gracián,
quien en 1630 impartía clases en el Colegio de Calatayud.
En el siglo XVII cobra especial
auge la industria del cáñamo, que suministra cuerdas a la
Marina Española. Ya en el siglo XIX la invasión napoleónica
tuvo un efecto negativo al igual que las posteriores guerras carlistas.
Pero a pesar de todo, en esta época comienza, como en el resto de
España, una acelerada modernización: construcción
de la carretera Madrid-Zaragoza en 1826, el ferrocarril en 1863, luz eléctrica
en 1892, etcétera. Sin embargo, la implantación de nuevas
industrias ha sido muy escasa, por lo que el número de habitantes
apenas ha aumentado, a diferencia de otras poblaciones con desarrollo industrial.
En cambio la mejora de comunicaciones ha potenciado el comercio y la hostelería.
(Agustín
Sanmiguel Mateo)
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