Bartomeu Pou i Puigserver, en un
grabado de Bover-Medel |
Nació
en Algaida (Mallorca), en 1727. Estudió gramática, retórica
y filosofía en el colegio de Montesión. En 1740 leía
unas Conclusiones de grado en el convento de San Francisco de Palma bajo
la dirección de fray Junípero Serra y cinco años después
leía otras suaristas en el Colegio de Montesión dirigidas
por Francesc Coll. En 7146 ingresa en la Compañía de Jesús
en el noviciado de Tarragona y en 1755, acabados los estudios, es enviado
a Cervera como profesor de Letras clásicas y humanidades. Bartomeu
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Pou tenía veintiocho años. Durante 1759 y 1769 reside en
Tarragona dedicado a la epigrafía y a la arqueología, siguiendo
el magisterio de Josep Finestres. Pasa los tres primeros años de
la década de los sesenta en Calatayud dedicado a la enseñanza
de la filosofía en el Colegio de Nobles de esta ciudad. Entre 1763
y 1767 Pou retorna a Tarragona como profesor de Letras humanas. Con motivo
de la expulsión de los jesuitas viaja a Ferrara, donde reside hasta
1773. Desde el año siguiente a 1785 habita en Bolonia, dedicado
a la traducción de los clásicos (Platón, Longino,
Demetrio Feléreo y, sobre todo, la Historia de Herodoto,
que Josep M. Quadrado publicó en 1846). Compone también el
Plan de una librería selecta, catálogo de las ediciones
de autores greco-latinos, un Specimen o relación de traducciones
castellanas de escritores clásicos y un Poema en tres cantos sobre
las glorias de Laura María Catalina Bassi, profesora de física
de la universidad de Bolonia. Entre 1785 y 1798 vive en Roma, protegido
por su paisano el cardenal Antonio Despuig. La guerra de Italia obliga
al gobierno español a repatriar a los jesuitas exilados. Bartomeu
Pou viaja a Mallorca, donde moriría cuatro años después,
en 1802, a los setenta y cinco años de edad.
La breve biografía
anterior demuestra que en la vida de Bartomeu Pou existen tiempos y espacios
temáticos diferentes. Los años de Calatayud son los de los
Dialecticorum libri octo (Bilbili, 1761) y de las Theses bilbilitanae
institutionum historiae philosophicae libri XII (Bilbili, 763). Pero,
inmediatamente debemos añadir que en la obra de Pou no existe Calatayud
de donde había huido las musas, en frase de Ignaci Casanovas, sin
la Cervera culta y elegante. Quizá en esta relación radica
el motivo principal por el cual Las tesis de Calatayud fueron distintamente
valoradas. Por unas cartas cruzadas entre Finestres, Dou y Mayans sabemos
que, mientras unos, como Mayans, critican en las Theses un cierto
erudicionismo vicioso y un estilismo rebuscado, otros, como Finestres,
aun reconociendo algunas deficiencias debidas a la premura de tiempo en
la redacción y a la falta de la bibliografía prevista, consideran
"natural" su forma (el decor ordinis de su latinidad) y su fondo
(una crítica de la escolástica decadente). En realidad Bartomeu
Pou no tenía más pretensiones que ofrecer una historia de
la filosofía -el juicio imparcial, por su multiplicidad ideológica,
de todos los filósofos- como remedio contra la pasión intransigente
de una Escuela aferrada a sus propias doctrinas. El remedio, sin embargo,
exigía el conocimiento directo de las fuentes filosóficas
greco-latinas y el uso de su peculiar elegancia de estilo. (Sebastiá
Trias Mercant)
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