Castillo de Aranda de Moncayo
Fortaleza construida por
los musulmanes como vigía y defensa del valle del río
Aranda, principal vía de acceso a la meseta soriana, función
que continuó desempeñando tras su conquista cristiana. Tras
su paso a la Corona fue siempre de realengo, por lo que aparece bajo las
tenencias de Ato Orellana, los Ortiz y García Albero entre 1153
y 1158. Su último tenente conocido fue Pedro Sessé en octubre
de 1203.
El señor de Jarque,
Gui de Alcalá, reclamó su posesión al rey en 1285,
pero dos años después Alfonso III ordenó que la restituyese
a don Pedro, señor de Ayerbe.
En 1362 fue conquistada por
los castellanos y en 1366 su alcaide, Fortún de Sessé, realizó
algunas obras de fortificación por encargo de Pedro IV; once años
más tarde este rey la donó a la orden de San Jorge de Alfama
y en 1384 se vendió, junto con Aranda y Alagón, a Toda de
Luna por 52.000 florines de oro. La villa fue heredada por su sobre Juan
Ximénez de Urrea, quien se tituló conde
de Aranda en 1460.
Es un castillete de pequeñas
proporciones compuesto por un recinto fortificado de planta poligonal,
que se alza sobre la cumbre de una pequeña colina de las que rodean
la población. Toda su obra es de piedras irregulares y sus ejes
no superan los treinta por doce metros. Del conjunto destacan por su estado
de conservación una torre cuadrada, de unos cuatro metros de lado,
y dos altos muros de mampostería que se unen formando un ángulo;
en el lado mayor se conservan algunas almenas piramidales y parte del adarve.
Otra torre más robusta se encuentra algo apartada del resto de construcciones,
quizá por pérdida de los muros que la unían a esta
por la zona que da a la ladera, pero formaba parte del recinto; posee saeteras
y conserva el arranque de la bóveda que la cubría; ha perdido
el remate y parte de sus paredes. (Aurelio Cabañas Boyano)
|