Puerta de la Villa |
El enclave urbano está
lleno de pintoresquismo, en medio de un paisaje capas de captar la atención
del viajero. Los edificios encalados rompen la monotonía del ocre,
casi rojo, de la arcilla. Pero la tierra gana la batalla al fin. Es la
raíz honda y permanente. El Fresno y el Aguadón abren surco
a las aguas cristalinas que bajan de la sierra. Son dos arroyos abrazando
al pueblo, entre cálidos murmullos que se apagan con la sequía.
La villa se abre en dos puertas,
abajo y arriba, al Sureste y al Noroeste. La primera es conocida con el
mismo nombre de la villa; la segunda fue bautizada con el de Aranda.
Las calles nacen transversalmente y se encrespan para alcanzar la altura
máxima del cerro, sobre el que se enseñorea la iglesia parroquial.
La iglesia
parroquial de Nuestra Señora del Castillo es un monumento gótico-mudéjar,
levantado en el siglo XIV.
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Luego, en la segunda mitad del XVI, fue ampliada
y restaurada. Pero no perdió por ello su valor originario. Conserva
intacto su hastial, con la pureza propia de la época primera. Está
considerado como uno de los más ricos muros del mudéjar español:
sus decoraciones lo sitúan, con toda seguridad, a la cabeza del
mudéjar
aragonés. La torre, al lado del Evangelio, es de planta cuadrada
y consta de tres cuerpos. El primero aparece bellamente decorados con tracerías
mudéjares; el ladrillo forma filigranas extraordinarias, con rombos
y dientes de sierra. El segundo abre sus grandes huecos para las campanas,
por los que se cuela la luz,; como remate, una galería de pequeños
arcos. El último cuerpo se abre asimismo con bellos arcos entrecruzados.
El interior de la iglesia
se enriquece con valiosas capillas y retablos.
El edificio se quemó
hacia el año 1200. Existe un documento de 1283 que habla de la primitiva
construcción de la iglesia.
Entre los retablos destaca
el del altar mayor. Me remito a la descripción de Abbad Ríos:
"Es uno de los más hermosos de la provincia de Zaragoza. En madera
tallada y policromada, se asienta sobre un basamento con sus paneles decorados
con grutescos. La mazonería está decorada con verdadera profusión
de sirenas, armaduras, cabecitas de ángeles, columnas abalaustradas,
hornacinasÖ La totalidad de este retablo -mazonería y escultura-
es obra del siglo XVI, probablemente anterior a 1530. No sería descaminado
el pensar en Juan de Moreto como autor de la mazonería, pues es
muy semejante a los retablos de Jaca y Tarazona. En cuanto a las esculturas,
son indudablemente de Gabriel Yoli; sus caracteres, técnica, agrupación
y composición son casi idénticos a las de los retablos documentados
de Yoli de Tauste, San Agustín de La Seo de Zaragoza y de la catedral
de Teruel".
Además del valor arquitectónico
del conjunto, que es de singular belleza, cuenta el del arte atesorado
en el interior del templo. Fue declarada Monumento Nacional en 1981.
Desde la torre
de la iglesia se alcanza a ver la ermita de la Virgen de la Sierra
o de la Soledad. Más lejos todavía se encuentra la del Santo.
Todos los vecinos la conocen con este simple nombre. Pero la ermita del
Santo fu algo más en el pasado, ya que allí mismo abrió
sus puertas un convento de monjes. La ruina y el abandono llegaron cuando
la famosa Ley de Desamortización. El convento quedó enclavado
en una finca particular y ya no volvió a llenarse de rezos y silencio,
por más que la calma continúa siendo total en la tranquilidad
serena de la sierra.
Hay otras ermitas. La del
Niño Jesús del Monte se encuentra debajo del embalse del
mismo nombre, cinco o seis kilómetros de la población,
camino de la Virgen de la Sierra. La de Santa Lucía, que es la más
antigua de todas, incluso más que la iglesia, se levanta detrás
del cementerio, cerca del pueblo, en el camino de Ribota. Camino de la
sierra, sale al paso también la ermita de San Ramón Nonato.
(Alfonso Zapater Gil)
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